• Sobreactividad hacia los estímulos
• Aumento de la actividad motora, provocando inquietud.
• Micciones y defecaciones sin control, provocado por un aumento de la actividad parasimpática
• Actitud intensa de alerta
• Vocalizaciones excesivas
• Salivación y jadeos excesivos
• Problemas digestivos como vómitos, falta de apetito o diarreas
• Conductas repetitivas o estereotipadas, incluido el lamido intenso
• Episodios imprevistos de comportamientos agresivos
• Alteración en las relaciones sociales y el la búsqueda de atención humana

EtiquetasEtología