Mentes y emociones caninas. Etología Aplicada

Aún quedan colectivos que aseguran que los perros son la definición que dio Descartes en el Siglo XVII sobre los animales: ”Autómatas complejos pero carentes de mente”. En la actualidad la comunidad científica vinculada a la ética, no solo ve impropio sostener estos pensamientos de hace 4 siglos, sino que los animales disfrutan de una variada y rica vida emocional, siendo capaces de elaborar complejos procesos mentales.


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Miedo, frustración, alegría,… son emociones presentes en los perros. Ahora el debate se centra sobre la complejidad de esas emociones pero se va disipando debido a la similitud cerebral y los procesos neurobiológicos que compartimos. Cuando un animal está sometido a una grave situación de pánico, es probable que la actuación de la amígdala desencadene una reacción altamente irracional y no dé tiempo a que el neocórtex la analice (la corteza cerebral es el centro cognitivo y el sistema límbico es el centro emocional. Funcionan conjuntamente o contrapuestos), como puede suceder ante una catástrofe social. Ante una situación que genera altos niveles de miedo o estrés en el perro, este no sabrá gestionar la solución de forma satisfactoria para él; así comienza el entrenamiento de automatización en los perros por parte del humano.

La cognición hace referencia a la capacidad para procesar una información a partir de la experiencia y a través de los sentidos. El desarrollo de la
Etología Aplicada como ciencia y rama de la Biología, ha facilitado que la cognición no sea exclusiva del ser humano y poder avanzar en el campo del Bienestar Animal y la Zoología Evolutiva.

Estos estudios se centran en la forma en la que los animales adquieren la información, cómo la gestionan, así como en el funcionamiento de los procesos comportamentales, fisiológicos y mentales, haciendo de los perros unos seres especiales a la adaptación y empatía.

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La mente clasifica la información contenida en los estímulos que percibimos, considerándose que el principal papel de las emociones es la adaptación y motivadores de la conducta.

Tabla comparativa de la teoría Asociacionista y la Cognitiva (Andre, T. et Phye, G.D. 1986)

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La emoción forma la parte principal del sistema regulatorio del perro, junto con la motivación y ambas son involuntarias; por ejemplo, no podemos elegir tener hambre o miedo.

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En la resolución de problemas (y antagónico a la idea conductista sobre resolver los problemas mediante ensayo-error) se sabe, actualmente, que existe una reestructuración interna y reflexiva de los elementos del problema. No es un aprendizaje inmediato, el perro ofrece una solución pensada y aparentemente no predecible con la información que tiene a su alcance, donde puede acertar o fracasar. El miedo del perro al fracaso genera una insatisfacción endógena, existen perros tan sensibles al fracaso que prefieren no intentar solucionar el problema aunque este resulte sencillo, el caso extremo es el estado de Indefensión Aprendida. No debemos someter al perro a varios problemas que no sepa resolver.

Un perro proactivo es un perro interesado en el proceso de aprendizaje por motivar los comportamientos y haciéndolos agradables para él, siendo capaz de superar un problema en la gran mayoría de ocasiones; podemos relacionar un comando para estados de tranquilidad y otro para estados de actividad.

Un estado emocional adecuado para el aprendizaje de conductas es imprescindible, si el estado emocional es divergente en el momento del aprendizaje la respuesta será peor y con consecuencias desvinculantes entre ambos, así como un deterioro del nivel de iniciativa en el perro. Los perros sometidos a entrenamientos severos y prolongados quedan parcialmente anulados frente al nivel de motivación, resolución de problemas y gestión emocional.

Ravelo, B. (2012) ©EtoHorus.com