Agresividad por complejo de control (Intra/Interespecífica)

(Descartar problemas físicos o metabólicos que previamente evaluará el veterinario, como los niveles de T4 y TSH. Estimación del 15% de los casos).

La reducción de la actividad serotonérgica lleva a un aumento del comportamiento agresivo como así se ha demostrado en los numerosos estudios realizados en una amplia gama de especies, desde crustáceos a humanos.
Para el Dr. Patrick Pageat hay cinco tipos de agresión: Jerárquica (complejo de control), de depredación, irritativa, territorial/maternal o por miedo. Desde EtoHorus añadiríamos también la idiopática, aunque, por suerte, es menos frecuente.

La mala adaptación emocional de estos perros, tiene un papel relevante junto con un umbral de frustración muy bajo (alta irritabilidad), unas respuestas agresivas relativamente desinhibidas, excesiva protección de recursos, aversión al contacto… Tenemos que eliminar directamente de nuestra conducta una mala corrección en el uso de la correa y el empleo de castigos, para no terminar con una pérdida de confianza del perro hacia nosotros, más el daño físico y psicológico que sufre el animal. Frases como”hay que someter al perro” son en el SXXI arcaicas, detonantes de una falta de profesionalidad en el sector.

agresividad
Hay que tener especial cuidado con el “contacto visual” en perros con complejo de control, ya que el perro probablemente nos mirará pero nuestra mirada hacia él la interpretará como una amenaza, con lo cual deberemos enseñarle que es algo positivo.

Son perros con dificultad de equilibrar las necesidades sociales y de interacción que se les presentan sin morder, muestran una gran inseguridad y confusión para distinguir amenazas reales.

Es muy importante que abandonemos cualquier metodología basada en el castigo para poder reconstruir la relación que tenemos con nuestro perro.

Para estos perros, un mínimo evento competitivo puede desencadenar comportamientos defensivos activos para aumentar su distancia crítica o de seguridad.

En este proceso donde interviene el aprendizaje, el perro aprende que tendrá éxito en situaciones de competitividad (motivado por exceso de protección por parte del dueño, ser el más grande o fuerte…) y se frustrará si no se resuelve como él esperaba, si a esto le sumamos el conflicto que sienten de aproximación-evitación, nos encontramos con un perro inseguro al que debemos ayudar con técnicas cognitivas, refuerzos diferenciales, habituación, contracondicionamiento… dependiendo del caso a tratar, ya que no debemos olvidar que cada perro es único.

Como apunte de interés queremos destacar la errónea clasificación de “perros de razas peligrosas”, no solo porque, aproximadamente, el 30% es hereditario y un 70% es el hombre quien lo induce (entre otros factores como el entorno, socialización, educación etc…), sino que no hay estudios rigurosos al respecto. No se estudian datos estadísticos como: elevado número poblacional, las medias, desviaciones típicas, campanas de Gauss… para ubicar la repartición de la peligrosidad de la raza en cuestión y compararla con otra.

Ver a los perros como individuos y no como razas, es toda una fuente de conocimiento


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